El síndrome genitourinario de la menopausia (GSM) y la atrofia vulvovaginal (VVA) se encuentran entre las afecciones clínicas más comunes relacionadas con la menopausia y siempre forman parte de la definición de los trastornos del suelo pélvico (PFD). Afectan a cientos de millones de mujeres en todo el mundo. Entre el 60 y el 80% de las mujeres mayores de 50 años experimentarán atrofia a lo largo de su vida. El 40% de las mujeres padecen algún tipo de incontinencia urinaria, y casi 50% de las mujeres multíparas tienen algún grado de prolapso de órganos pélvicos.
Los tratamientos conservadores como la terapia muscular del suelo pélvico (ejercicios de Kegel) suelen fracasar debido a la falta de cumplimiento por parte de las pacientes. Las opciones quirúrgicas, aunque eficaces, tienen una alta tasa de efectos adversos y suelen ser la última opción de la paciente. La terapia vaginal con láser es un tratamiento mínimamente invasivo. Su objetivo es estimular la producción de nuevo colágeno y elastina, así como mejorar la vascularización de la mucosa vaginal. De este modo se restablece el metabolismo original del tejido conjuntivo: la mucosa interna recupera elasticidad y lubricación, con mayor grosor y suavidad. También mejora el tono del suelo pélvico, reforzando el tejido vaginal que ayuda a sostener el tejido y las paredes internas.
Esto se traduce en una reducción de los síntomas, que puede notarse inmediatamente después del primer tratamiento. El picor, la irritación y el dolor durante el coito desaparecen, y los síntomas de la incontinencia urinaria de esfuerzo también disminuyen significativamente debido al efecto estimulante del láser sobre la mucosa. Este efecto persiste incluso después de finalizar el tratamiento. Por consiguiente, muchas mujeres informan de nuevas mejoras durante el primer mes después del tratamiento.